Amor en Tiempos de Encierro

De un lado, los pesos del amor. Puntos rojos que guardamos en nuestros bolsillos y a los que de alguna forma nos acostumbramos a transportar allá donde vamos. Jugamos a lanzarlos, a hacer carambolas, a quedárnoslos cargados de apego, depositándolos de nuevo por miedo a perderlos.

De otro, los pesos absurdos, los que carecen de sentido, los que se pudren y nos hacen enfermar. Pesos sostenidos a lo largo del tiempo, colgados en un portasueros y expuestos al mundo. Pesos que rezuman ausencias, podredumbres, sinsentidos y sufrimientos varios.

Te conozco.
Me conoces.

Te busco y me buscas.

Te vas.
Me quedo. 

Sin ti. Sin tus pesos. Sin los pesos de nada ni de nadie. El corazón late, bajo esa gabardina llena de grisura. Más rojo que nunca, más fuerte que nunca.